"Reflection", Brian Eno, 2017, Warp


Cabe pensar que la serie "Ambient" ("Ambient 1: Music For Airports"; "Ambient 2: The Plateaux of Mirror"; "Ambient 3: Day of Radiance" y "Ambient 4: On Land") ofrecían mapas en sus portadas porque la música ambient remite a territorios, a espacios, o permite que se la piense como un paisaje o, incluso, como un despliegue de suelo y accidentes geográficos. Eno, además, ha propuesto en más de una ocasión la analogía con el río: la corriente de agua está en movimiento permanente pero los cambios son mínimos; a la vez, de vez en cuando algo se produce, una ola, un remolino, una agitación, que pronto se disuelve y ya no volverá.
Una de las cosas más interesantes, entonces, de "Reflection", su último trabajo (fue editado el 1/1/2017) y nuevo título en su serie de discos ambient (la filiación con "Thursday Afternoon", de 1986, es evidente), es cómo en determinados momentos pasan cosas. Es decir: por encima de los sonidos recurrentes de campanas o xilófonos o marimbas sepultadas en reverb (¿o bajo el agua?), de los acordes que se suceden unos a otros como una procesión lentísima en la niebla, hay momentos en que la placidez se interrumpe. A los 18:19, por ejemplo, suena lo que parece una alarma y se repite en dos o tres ecos: nunca volvemos a oirla. Pensémosla como "algo que pasa ahí", en ese lugar del mapa, del mismo modo que la llamada en pseudocódigo Morse que, tras una verdadera depresión en el paisaje (uno de los momentos menos cargados de sonido, es decir), entre 27:56 y 28:15 , irrumpe hacia 28:49 (o la formación que estalla en 41:54 y el llamado de criaturas alienígenas en 42:14). ¿Habría que acceder -¿químicamente, con qué droga de diseño?- a una sensibilidad en la que estas ligeras irrupciones son percibidas y sentidas como verdaderas catástrofes? Ese lugar, el espacio mental de esa sensibilidad, es hacia donde nos señala "Reflection".
Otra manera de plantearse esta inquietud es preguntarse por la tensión que ofrece la música ambient entre la posibilidad de escucharla "sin prestar atención" u ofreciéndole el mismo tipo de concentración que exige, digamos, una fuga de Bach.
Pero hay más. Se trata de una pieza generativa, en la línea del fundacional "Discreet Music" (1975), el ya citado "Thursday Afternoon" y el más reciente "Lux" (2012); es decir: se impone un conjunto básico de reglas y se deja evolucionar el proceso. Lo que ofrecen las versiones CD, digital (yo la estoy escuchando en su masterizado de 24/96) y vinilo (además de una "edición limitada" en CD que ofrece un corte diferente o una ocasión nueva de funcionamiento del sistema generativo) representa una serie de cortes impuestos por Eno al output del sistema (evidentemente la versión en vinilo, que es doble, lo divide en 4 secciones, y eso ya impone una diferencia), pero es posible bajar la app generadora y dejarla funcionar todo el dia. Si escucháramos el resultado de ese experimento (que, por cierto, destruye la noción de un sujeto humano expresándose a través de su arte) y desde la sensibilidad de la que hablaba más arriba, accederíamos a catástrofes irrepetibles, a monstruos en el paisaje, a entidades que no volverán salvo que pase el tiempo suficiente en el universo como para que todo deba suceder una vez más. La musica de "Reflection" (al que Eno considera el más sofisticado de sus discos ambient), entonces, nos acerca como ninguna a esa visión del tiempo y los mundos.

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